
En esta nueva edición de “Personas que nos inspiran” tuvimos el placer de coincidir en espacio y tiempo con Fuensanta Martín Cáceres, propietaria de “La Bodeguilla de al lado” y “Petra Vinos”, sus dos piedras preciosas, ambas situadas en la emblemática calle Tendillas de Santa Paula, que hoy forma parte de la madeja de callejuelas y plazas que han ido trazando, a lo largo de los años, el que hoy puede catalogarse como uno de los barrios con más vida de la capital.
Fuensanta, la primera sumiller de Granada, empezó su andadura detrás de una barra con 14 años en la Asociación de barrio del Realejo en la mítica Plaza Santo Domingo, donde se vivía la solidaridad y la ebullición. Desde entonces, sintió que esa posición detrás de una barra se había convertido en su atalaya, y desde los 17 no ha dejado el castillo solo.
El mundo del vino llegó a su vida para quedarse abriendo “La bodeguilla de al lado” en 1992 con el afán de recuperar esas bodegas perdidas de la Provincia Granadina. Ella quiere mantener el concepto primigenio de una bodega auténtica, como las muchas que adornaban los pasajes y alegraban la cotidianeidad de una ciudad que se ha mecido en los brazos de sus bares desde que tomó su nombre. La idea era y es clara: vinos de regusto sólido y con potencia, que no se amilanan con cualquier bocado liviano, y que precisan para triunfar, de la mejor compañera, la tapa fría de calidad, la tapa bodeguera de buena chacina, de conservas selectas y de elaboraciones cuidadas, que abstraen al visitante y reafirman al afincado. Fuensanta es esto, y lo desborda por las costuras desde que atraviesas el arco de piedra que enmarca su imponente madriguera. El concepto bodega se traducía en vermut, en vino y en tapas frías granadinas, y en ese enclave es donde siguen versando los dos locales que Fuensanta representa.
Os dejamos algunas de las preguntas que le hicimos.
Mal, me hizo sentir mal, porque la mujer ya partía de una situación de inferioridad que me hacía sentirme incómoda abriendo ese camino. En el 2008, después de muchos años de formación, hice en Barcelona el Curso de Sumiller durante 4 años, para obtener el título y poder aprovechar esa formación. Los títulos han de saber utilizarse, para contribuir con humildad y mucho amor a la comunidad, pero posiblemente eso lo aprendí tarde.
Claro que sí, es una de las faltas graves que existen. Es doloroso ver como a la mínima de cambio, tras apelar al corporativismo, se abandona esa idea. Este hecho al final afecta al consumidor, porque no hay unión y refleja una inseguridad brutal al no saber lo que tienes en tu tierra, y la calidad de lo que te regala. En Granada, vamos demasiado lentos, no aprovechamos a las personas que pasan, la calidad de éstos ni sus estatus. Granada adolece de su origen y de su belleza y no es capaz de gestionar esas colaboraciones.
El vino en Granada es todo lo contrario, es lo que más ha evolucionado, es brutal lo que ha crecido en la última década. Tenemos una tierra de vinos espectacular, los viñedos más altos de Europa, a casi 1500 metros, los tenemos aquí, y a su vez los viñedos bajos son los más altos, a casi 800 metros. El tipo de suelo que compone nuestra provincia es arcilloso, calcáreo y arenisca por encima, lo que le aporta el drenaje perfecto. Somos tierra de vinos, somos tierra de tradición familiar donde “los hijos de” han sido los responsables de la apuesta por la revolución, los vinos naturales y los vinos ecológicos.
No, en nuestro caso las tabernas estamos desapareciendo, no se hace nada por apoyar la cultura gastronómica de identidad de la ciudad. Debería haber una protección oficial de patrimonio, como se dio en Cáceres en los años 90s para mimar su gastronomía.
La música también forma un papel esencial, somos pueblo musical, no podemos vivir sin música, y también deberíamos cuidarlo.
Definitivamente sí, desde la Bodeguilla y Petra intentamos conservar esa tradición, vino y tapas de Graná, texturas en la cocina de Granada, la cocina fría que forma parte de esta España nuestra tan maravillosa y tan rica. Los platos fríos se están perdiendo, se les da poco valor y están desapareciendo bajo formatos “más actuales”. Al final, lo que he pretendido estos años es desarrollar las cinco cosas de mi casa, unos pimientos fritos, una ensalada de Semana Santa con sus conservas y su bacalao, un buen aceite de Granada y un buen pan salaíllo.
Comencé con una base que es la que quiero que se conserve como parte del concepto de taberna, no he querido cambiar por cambiar, no quiero desarrollar un menú, sino tener siempre lo mismo pero que esté rico rico, con texturas y sabores armonizados.
Un lugar donde sé habren los sentidos
Toda una profesional que ante todo ama lo que hace¡¡¡
Ole,ole y ole¡¡¡¡ fuenIi
Desde que la conozco y hace ya 25 años es el máximo referente de amor y difusión de la cultura vinicola de la tierra.
Toda una crack
Ama lo que hace, y eso se refleja cuando vamos a su taberna, es genial ella y el ambiente que allí hay, y las tapas frías y vinos, son exquisitos