Alimentos procesados

La industria alimentaria es cada vez más consciente de la preocupación del consumidor por saber que está comiendo realmente, de donde vienen los alimentos y que proceso han sufrido. Por lo tanto, haciendo balance del pasado año 2018, la tendencia a consumir “alimentos reales” no ha dejado de crecer y ha llegado a convertirse en uno de los temas favoritos en redes sociales en torno al mundo de la alimentación, encontrando sus principales enemigos en los alimentos procesados, de los que hoy os hablamos en el blog.

Al igual que ocurre con la vida en general lo malo no es tan malo, pero lo bueno, en este caso si es bueno, los alimentos frescos siempre deben formar parte de nuestra alimentación diaria, pero hay ocasiones en las que esto no se puede aplicar, y ahí es donde entra la industria alimentaria.

¿Qué es un alimento procesado?

Un alimento procesado es un alimento que ha sufrido algún tipo de transformación y que no se vende tan cual lo encontramos en la naturaleza, . Este tipo de transformación puede ser deshidratado, ahumado, enlatado, cocinado… esto hace que el encasillar los alimentos en el grupo de los procesados no sea tan fácil como aparenta ser, ya que hay procesos que apenas afectan a la calidad nutricional de los productos y solo afectan a su vida útil sin necesidad además de añadir conservantes.

Alimentos procesados «buenos» y «malos»

Un ejemplo de productos procesados “buenos” son los enlatados, este tipo de productos sufren un tratamiento térmico que prácticamente no reducen su composición nutricional, pero alargan su vida útil siendo un gran recurso en todas las despensas. Aquí encontramos los pescados enlatados, legumbres… Este tipo de productos son muy ricos nutricionalmente. Otro ejemplo de alimento procesado aceptable y saludable, son los gazpachos y salmorejos. Éstos solo contienen las hortalizas presentes en la receta casera sin ningún añadido extra, siendo igual nutricionalmente que el elaborado en casa.

Todo esto es posible a los grandes avances en cuanto a tecnología que se han ido desarrollando en los últimos años en la industria. Estos productos llevan un tratamiento de altas presiones que no afectan al aporte nutricional, simplemente garantizan su calidad y seguridad alimentaria.

Por otro lado, encontramos los alimentos procesados “malos” que tienen una composición nutricional muy pobre pero muy calóricos, ya que son ricos en grasas saturadas, en azúcares o con conservantes necesarios para su conservación. Este tipo de productos son los que habría que evitar, como por ejemplo bollería, salchichas tipo Frankfurt, snacks salados…

Como reflexión cabría destacar que a pesar de la tendencia de englobar a todos los alimentos procesados en el saco de alimentos a evitar, es más importante la composición nutricional y el listado de ingredientes presentes que si ha sufrido un procesamiento o no.

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